viernes, 30 de septiembre de 2016

RAY LORIGA [19.180]


Ray Loriga

Jorge Loriga Torrenova conocido como Ray Loriga, (Madrid, 5 de marzo de 1967), escritor, guionista y director de cine español.

Representa el realismo sucio español con influencia de William Burroughs y Jack Kerouac.

Es hijo del ilustrador José Antonio Loriga y de la actriz de doblaje Mari Luz Torrenova. Tras trabajar en diversos oficios y publicar relatos en diferentes publicaciones como Underground o El canto de la tripulación, debutó en 1992 con su novela Lo peor de todo. Ésta tuvo gran éxito de público y crítica y fue publicada en toda Europa, como ejemplo de la literatura de la llamada Generación X, término que al autor le ha resultado siempre más que dudoso.

Su novela Héroes, inspirada en el rock y cuyo título procede de un disco de David Bowie, le acercó estéticamente a la Beat Generation, sobre todo a autores como Carver, Kerouac y Bukowski. Muy relacionado con el cine, debutó como director en 1997 con La pistola del hermano, adaptación de su novela Caídos del cielo y en la que además de su entonces pareja sentimental, la cantautora Christina Rosenvinge, aparecían Daniel González, Viggo Mortensen, Karra Elejalde y Nico Bidasolo. En 2006 ha rodado Teresa, el cuerpo de Cristo, que aborda la vida de Teresa de Jesús, interpretada por Paz Vega, junto a Leonor Watling, Geraldine Chaplin, José Luis Gómez y Eusebio Poncela.

En 1997, colaboró en el guion de la película de Pedro Almodóvar, Carne trémula. Asimismo escribió en 2004 el guion de la película El séptimo día de Carlos Saura y en 2005 escribió junto al director y Elio Quiroga el guion de Ausentes de Daniel Calparsoro.

En 2007, se editó la continuación de Días extraños, bajo el nombre de Días aún más extraños, un libro compuesto por varios artículos, una carta a Rodrigo Fresán y un par de relatos.

En 2008 publicó Ya sólo habla de amor (2008), y los relatos "Los oficiales y El destino de Cordelia" (El Aleph, 2009).

En 2011 publicó la novela juvenil El bebedor de lágrimas (2011), primera de una saga de Alfaguara. El autor declaró públicamente que la escribió "porque necesitaba dinero".1

Su última novela, también publicada en Alfaguara, es Za Za, emperador de Ibiza (2014).

Bibliografía

1992 Lo peor de todo Novela
1993 Héroes Novela
1994 Días extraños Relatos
1995 Caídos del cielo Novela
1997 Carne trémula Guion cinematográfico
1997 La pistola de mi hermano Guion cinematográfico
1999 Tokio ya no nos quiere Novela
2000 Trífero Novela
2001 Todos los aviones del mundo Guion cinematográfico
2004 El séptimo día Guion cinematográfico
2004 El hombre que inventó Manhattan Relatos
2005 Ausentes Guion cinematográfico
2006 Los indios no hacen ruido Cuento infantil
2007 Teresa, el cuerpo de Cristo Guion cinematográfico
2007 Días aún más extraños Relatos y artículos
2008 Ya sólo habla de amor Novela
2008 La mujer del anarquista Guion cinematográfico
2009 Los oficiales y El destino de Cordelia Relatos
2010 Sombrero y Mississippi Novela
2011 El bebedor de lágrimas Novela
2014 Za Za, emperador de Ibiza Novela

Filmografía

Año Título
1997 La pistola de mi hermano
2007 Teresa, el cuerpo de Cristo





“No necesito contarte que un cuchillo en la carne
no duele tanto como nada en la carne”.

Loriga




Ray Loriga. Días extraños. Madrid; Ediciones Detursa, 1994.



NO ME GUSTARÍA QUE ME VIERAN AHORA. Ni mis amigos, ni mi mujer, ni por supuesto mi editor. Porque ahora sencillamente no sé qué coño hacer. No sé por dónde ir. No sé cuánto he andado y no sé lo que me queda.
   No sé si se puede decir algo acerca de los sitios o las personas que no sea un juego al que ya hemos jugado todos.
   No sé si tratar de dejar de beber sirve para algo.
   No sé si beber era un asunto serio o sólo una de esas cosas que hago, como vestirme de estrella del rock and roll, por ejemplo.
   No sé por qué hasta hace nada estaba tan seguro de acertar, ni sé por qué ahora estoy absolutamente convencido de haberme estado equivocando.
   Sólo estoy seguro de una cosa.
   Dos días distintos te convierten en una persona diferente.

*

NO CREO QUE TENGA NADA QUE VER con el amor cuando vienen todas esas ideas a mi cabeza acerca de mi propia mujer. Y algunas, las mejores, traen pollas que no son la mía y todo se vuelve complicado y, por qué no decirlo, un poco sucio, bastante sucio en realidad, aunque es algo de lo que no quiero hablar aún, a lo mejor porque es un tema sobre el cual no tengo control o a lo mejor es por esa vieja idea de pudor que convierte a muchos escritores en escritores menores pero felizmente casados. En discretos contadores de historias ajenas que aún reciben regalos de sus madres por Navidad y que bajan la cabeza cada vez que Celine se baja sus propios calzoncillos.

*

POR SUPUESTO QUE QUISIERA SER MEJOR ESCRITOR. Lo intento todo el tiempo. ¡No te jode! Tiene que ver con algo que me dijo una chica, una chica fea, ya lo he contado en otro sitio, pero es igual, sigue aún por aquí, dando vueltas; ella, la fea, me dijo: “¿No puede usted escribir mejor?”
   Dios, te juro que lo estoy intentando.

*


VOY A INTENTARLO como si fuera el que ya no recuerda las veces que no ha podido. Lo que no tenía sentido puede tenerlo subido a una torre más alta, mirando desde un campanario mejor, cambiando la hora del reloj con las manos, escribiendo mi nombre en sus posos de café.
   Por las mañanas, si no has dormido, puedes salir de casa muy temprano y dar una vuelta por la calle con la extraña sensación de tener alguna posibilidad. Cuando amanece, si no has dormido, tienes la sensación de que aún están escribiendo las reglas. Puedes tener cierta influencia en el orden de las cosas.
   Luego vuelves a casa, duermes una hora y te levantas con la tranquilidad del que ya sabe qué pinta tiene el día.




HARTO

ESTOY HARTO DE LOS DESAFÍOS, de los retos, de las mujeres que se mueven como ciervos delante de un fusil, harto del esfuerzo, del empeño, de los castillos, los fosos y las trampas para ratones.
   Enséñame un camino fácil que me lleve donde he querido estar desde el principio.
   Sácame de encima todo el peso que podría hundirme en el río.


*


UNO NO TIENE PORQUÉ SENTIR NADA mirando las fotografías de sus viajes, las fotografías de los suyos o las fotografías de si mismo.
   No estás obligado a sentir nada cada vez que la memoria reconozca una imagen o un olor. No hay porqué emocionarse, no hay porqué llorar o alegrarse, no hay porqué cambiar de ánimo con las cartas guardadas ni con las comidas que se repiten, con el mismo sabor, durante años. Uno no tiene porqué acordarse de los niños al mirar a los hombres. No hay ninguna buena razón para que una playa nos recuerde a otra playa, y esto sirve igual para dos autobuses o dos trenes.
   Es mejor aceptar que algunas cosas sencillamente se pierden.


*



MIENTRAS VENÍAMOS EN EL TREN, más y más hacia el sur, el calor iba aumentando, como si el verano viajase en nuestro mismo vagón.
  Bebíamos a morro de una botella de whisky para no olvidar nuestros orígenes, Born to run, la Velvet y todo lo demás y no decíamos en voz alta nada de lo que pensábamos por miedo a parecer estúpidos.
  Cada media hora pasaba un tío empujando un carro lleno de bocadillos que podían andar solos. Miraba por la ventanilla los poblados de las casas de adobe y me sentía como si estuviera andando por encima de postales. Muy a mi pesar tenía toda esa lista de pensamientos extranjeros como: dios mío qué pobre es esta gente, y hay que ver qué bonitos son los niños y también: ese hijo de puta no deja de mirarme la cartera. Para disimular nos dábamos besos y bebíamos más whisky.
  Todos los libros de viajes deberían titularse DIARIO DE UNO QUE YA NO SABE POR DÓNDE SE ANDA.


De libros



Héroes

"Cualquier idiota puede herir a una mujer, pero sólo un hombre grande se la lleva para siempre."

"La gente le hablaba de aeropuertos y lavadoras, pero él sólo podía pensar en huracanes."

"Me gustaría querer abrazar a la misma mujer que me quiero follar."

"Puedo tatuarme un dragón en la espalda, pero el día del cumpleaños de cualquiera pensaré que de todas las cosas que nunca he tenido, ella es la que más echo de menos.."

"Olvídate del mapa pero no te olvides del tesoro."

"Las niñas bonitas siempre son las que están más tristes porque saben que hay más tíos dispuestos a hacerles daño."

"En mis sueños Dios me la chupa.."

"Se está volviendo todo tan aburrido que cualquier pequeño asunto doloroso con un chico de otro edificio parece bueno. Después se da cuenta de que todos los dedos dejan huella y entonces llora, y se pone a buscar a alguien que de verdad se lo mereza, y después de mirarse desnuda y después de recordar todos los nombres de hombres que conoce se pregunta: ¿Hay vida en Marte?"

"Salta del tejado y aplasta mis flores, estaré contigo cada vez que te acerques a lo que eres, seas lo que seas.."

"Me dijo: 'El ruido de todas las ciudades del mundo no pueden tapar el sonido de mis tacones', y yo no supe qué coño contestar a eso."

"Dicen que todo lo que sube baja, dicen que todo puede remplazarse y bueno, en general dicen todo tipo de tonterías.."

"Nos sentábamos en la cama mirando la televisión. Ella decía: Cariño, cuando todo lo mío se derrumbe algún pedazo acabará dándote a ti."


Canta las canciones que te llevan tan lejos que ya no puedes ver cómo crecen las uñas de tus propios pies. Quédate ahí y olvídate de todo lo demás. He hecho una lista de todos los agujeros en los que no quiero meter la cabeza.
No hay nadie que sea tan guapo como para no enamorarse, si no lo crees, pregúntale a Bowie. Quiero estar solo porque no confío en los que tengo alrededor, lo que no quiere decir que vaya a estar solo para siempre. Tengo algunos amigos muertos que siguen siendo mis amigos. Estoy empezando pero ya he perdido un poco de mi parte. Lo peor ya ha pasado.
Desde que dejé el colegio y a mi familia no he vuelto a comer el espeso puré del aburrimiento absoluto y la pena negra absoluta escondida debajo de la cama. No creas todo lo que te dicen, no creas nada de lo que te dicen. Si no te gusta esta fiesta no vuelvas por aquí. Yo podría transformarme en una estrella del rock and roll y desaparecer mientras te lo piensas.


****

Hay que decir, en honor a la verdad, que mis padres eran buenas personas. Mi padre murió, el pobre. Nos compraba cómics, le gustaban los cómics.
Un padre que compra cómics no puede ser un mal tío. Mi madre también era buena mujer. Nos abrazaba a todos los hermanos. Cuando éramos pequeños, claro. Eso está bien, hay que abrazar mucho a los hijos si no quieres que terminen atracando gasolineras. Mi padre conducía bien, muy tranquilo. Mi madre no conducía tan bien, era demasiado nerviosa.
Había una canción de la Velvet Underground que decía: “Mis padres van a ser la muerte de todos nosotros.“ Claro que también había una canción de la Velvet que decía: “Ninguna nariz es una buena noticia.“ Nico era una chica preciosa, pensé en casarme con ella dos o tres milveces, aunque no creo que ella pensase nunca nada parecido. Escribí una canción que decía: “Si Nico durmiese conmigo los viernes, yo no pasaría los sábados disparando al aire.“
****

Antes tenía amigos, me refiero a mucho antes, cuando era un niño.
Ahora no sabría decir si eran los mejores amigos del mundo pero estaban siempre alrededor. La primera gran pérdida de la vida adulta son los amigos. Puede que consigas un amigo con quien hablar, pero no vuelves a dar con uno que se deje abrazar. El periodo de tiempo que transcurre entre que pierdes los abrazos de tus amigos y encuentras los abrazos de las mujeres puede alargarse tanto que a veces parece eterno. Recuerdo a los amigos mientras imagino a las mujeres. Puedes tocar a mil mujeres sin llegar a agarrar ninguna, aunque siempre es mejor que no tocar nada de nada. Una mujer con sus tetas y su culo y su coño oscuro como uno de esos túneles del terror en los que te metías de niño, para sufrir antes de entrar y durante casi todo el trayecto y de los que salías con una estúpida sonrisa de satisfacción, como diciendo: Sabía desde el principio que podría con ello, una mujer, decía, es siempre una realidad de algún tipo. Una mujer, nunca es nada. Como un tren nunca es nada. En cualquier caso uno a veces persigue ángeles y otras veces, media hora después, se saca la polla y se la machaca. No voy a escribirle un poema al coño de la chica de las páginas centrales, pero lo cierto es que tampoco me la ha puesto nunca dura ningún poema. También trataba de acordarme de eso en el cuarto.
El cerdo hijo de puta que eres, el que persigue culos con la polla afuera, como un contador Geiger, el que mentirá a la mujer que ames, también vive dentro. Acostúmbrate a él, Santo gilipollas, porque es el único que vuelve siempre a visitarte y a ése se la traen floja los abrazos.
No aparece nunca en las canciones, no sabe bailar, confunde la luna con un queso, nunca miente y volverá siempre a visitarte, no tiene madre y se la traen floja los abrazos.

****

Me pregunto qué coño hacía Jim Morrison para que su bicicleta volase. He estudiado a fondo la vida de algunas de mis estrellas de rock favoritas esperando encontrar en sus armarios algún zapato de mi número, y aunque es cierto que en las noches buenas todos los pies son un 42, no lo es menos que en las noches malas todos los pies corren lejos de tu casa y te quedas solo con esa cara de imbécil que aterriza sobre tus ilusiones cada vez que los invitados se van todos juntos demasiado pronto de la fiesta. A lo mejor tenía razón Bowie y no es más que un sueño ocasional, entonces no tendría que preocuparme ni tendría que seguir esforzándome, sólo tendría que tumbarme en la cama y soportar el peso de todo lo demás.
Si pudiera vivir dentro de una canción para siempre todas mis desgracias serían hermosas. Y eso le daría a las desgracias otro sentido. Igual que las desgracias de Billie Holliday consiguen ahuyentar las mías, mis desgracias pasarían a ser el quitanieves de la puerta de otro.
¡Qué bonito! Llegado a este punto es cuando siempre me pregunto qué coño hacía Jim Morrison para que su bicicleta volase. Supongo que en el fondo los Kamikazes son los primeros en recibir aviones. Los que después de Lindberg y aquellos tres que se fueron a la luna seguimos dudando de que esas cosas realmente vuelen, estamos los últimos en la cola. Aunque para mí no es siempre así, me refiero a que pienso muchas veces que todos los incendios son hermosos.

****

¿Has oído la misma canción quince o veinte veces seguidas? por ejemplo. ¿Has oído a Nico cantar Femme fatale veinte veces seguidas?, o cualquier otra. Da lo mismo. ¿Has oído Space Odity cien veces? ¿Has perdido alguna vez el hilo, como si te quedases colgado de alguna pregunta en medio de un programa de televisión? Las cámaras encima de tu cara y el público del estudio mirando y cada uno en su casa esperando la respuesta, pero tú ya no estás allí, estás colgado en otro sitio. Atascado con alguna canción. Estás escuchando cada palabra de la canción y te parece que no hay mucho más después. Como si le estuvieras leyendo las intenciones al cartero. Antes de que pare la moto ya sabes que trae una carta para ti y antes de que la meta en el buzón ya sabes lo que dice la carta. Estás colgado de una canción y te crees que lo puedes adivinar todo a distancia. Por un segundo parece que lo sabes todo, te sientes jodidamente bien, es la misma canción una y otra vez, puedes sentir lo mismo diez o doce veces, tienes todas las sensaciones controladas como en uno de esos laboratorios en los que aíslan algún virus, tienes alguna sensación acorralada, a algo que puedes reconocer y que ya no se mueve. Y viene de una canción. Una canción repetida cien veces ilumina tanto como una de esas bengalas que utilizan en la guerra para disparar sobre los enemigos. Una sola canción como una sola bengala puede hacer que todos disparen al mismo tiempo en cien direcciones distintas.
¿Has oído Starting Over cien veces seguidas?
¿Sabes de qué coño estoy hablando?

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Cuando por fin encontré a Bowie estaba sentado debajo de un ángel de bronce. Sabía que estaría debajo de un ángel desde el principio, pero Berlín está lleno de ángeles.
Llevaba los ojos pintados de azul y el pelo rojo. Sabía que había llegado hasta allí por él y por eso apenas me miraba. Empezó a llover, pero no nos movimos. Ni el ángel, ni Bowie, ni yo. Cuando ya era casi de noche me dijo: No tienes por qué preocuparte, aún eres demasiado joven para elegir.

****

A veces me imagino con una mujer y un niño corriendo por la casa. Un niño al que abrazar y dar besos, tan pequeño que todavía no esté lleno de nada. ¿Quién voy a ser entonces? ¿Qué cosas podré coger con las manos y cuáles no? ¿Mediré lo mismo? ¿Tendré una cara parecida a la que tengo ahora? ¿Qué pensará mi mujer de lo que era antes? ¿Mi mujer será la chica rubia o tendré que ocultarle a ella que no lo es? ¿Qué pinta tendré follando? Cuando pase todo ese tiempo, ¿dónde estará éste de ahora y dónde estará el de después y dónde estaré yo en medio de todo esto? ¿A qué me pereceré cuando sueñe? ¿Qué pasa con lo que has hecho? La responsabilidad sobre todas las cosas que hacías debería caducar, como las latas. ¿Cuánto voy a durar tal y como soy ahora? Me siento como un negocio que va cambiando de dueño.




La pistola de mi hermano

"Yo no me creo nada, sólo digo que los perros apaleados son los que muerden. - Sí, pero casi nunca a su dueño."



Tokio ya no nos quiere

"Dios no sabe que este lugar existe."

"El amor es realmente una tormenta de la imaginación."

"El amor es un millón de enfermedades distintas."

"El cuerpo sin vida me parece la manera perfecta de describirnos a todos nosotros."

"El miedo es como el frío. Una vez que se ha sentido nunca se va del todo."

"En cualquier caso, no esta de más revisar la dosis y la calidad de mis estimulantes, porque me estoy quedando sin respuestas para tantas preguntas siniestras."

"Es el recuerdo, no el olvido, el verdadero invento del demonio."

"Es mucho mejor si no sabes lo que has perdido.."

"Flores para los muertos y tranquilas sonrisas de opio para los vivos."

"La memoria es el perro más estúpido, le lanzas un palo y te trae cualquier cosa."

"La tristeza no tiene fin. La felicidad si." (realmente es de Antonio Carlos Jobim)

"La vida es un mall que solo cierra una vez y para siempre."

"Los días son a veces tan tristes que sencillamente no merecen la pena. No merece la pena correr, ni esperar, ni vigilar. Días tan tristes que no merecen ni un esfuerzo, ni el más pequeño movimiento. Los días así hay que dejarlos correr, como los trenes nocturnos."

"Nada de agujas, por favor, odio las agujas. Soy un adicto cobarde. Capaz de cualquier daño definitivo, pero temeroso de cualquier daño intermedio."

"No hay dos vidas iguales, ni dos dolores distintos."

"Que alguien conozca el futuro no quiere decir que sea capaz de cambiarlo.."

"Una sola raya (de coca) no sirve de casi nada. Te deja como un cristo sujeto de un solo clavo."

"Un dolor es una ocupación, puedes abandonarte a el sin ningún resentimiento. Es todo lo que tienes que hacer. Perseguir el dolor que viaja entre los nervios hasta el cerebro. Aislarlo ahí y vigilar después cualquier movimiento. Perseguir el efecto de los calmantes también, como la lluvia. Ver que se lleva a su paso y ver que queda."

"Y dicen las canciones que después de la lluvia viene el sol y luego la lluvia. Mentira. Después de la lluvia sigue la lluvia..."

"[La gente cambia] No, la gente empeora."

"...aparte de eso me siento bien, ligeramente preocupado ante la idea de volver a los estimulantes y la música infinita de las discotecas, a las quinceañeras desquiciadas y a los torpes pequeños fascistas borrachos."

"En noches así siempre se anda uno preguntado cuánto ha olvidado y cuánto de todo esto va a recordar en el futuro. Después los antidepresivos detienen todos esos malditos neurotransmisores y uno ya no se pregunta nada."

"Por alguna razón, cuando uno se sienta en el sillón de un despacho, al otro lado de la mesa o en el asiento del conductor de autobús, o cuando sencillamente se preuba uno la gorra de un policía o sujeta el cuchillo de un carnicero, se siente por un segundo como si fuera esa persona, como si pudiera ser ese otro durante toda una vida. Así es como me siento, sentado en la cama, pensado qué clase de vida es ésta. Cuando el viejo sale del baño, la cama, la habitación, todo vuelve alrededor, vuelve a ser suyo."

"Sólo después de olvidar eres completamente inocente y por eso mismo, definitivamente culpable."

"Cuando el cielo se oscureció y aunque no eran más que nubes, tuve la sensación de que todo se terminaba y la sensación de haber sentido lo mismo un millón de veces antes."

"Y llueve y se hace tarde y toda la tristeza del mundo no cambia nada."

"Cuando uno barre las hojas muertas del jardín, es el jardín lo que importa."

"Todo poco a poco se va a ir volviendo normal, o sea, peor."

"Dios no nos quiere ahí arriba."

"Qué tremendamente aburrida es la enfermedad y cuánto le ocupa a uno la cabeza al mismo tiempo."

"Cuando alguien te mira y mira también las cosas que tú miras, desaparece el terror de las cosa imaginadas."

"Quiero que mi mente vuelva. Que construya algo que no se derrumbe a cada instante."

"Dios es un enano con un cuchillo escondido en algún rincón de mi cabeza."

"En mi cabeza se enciende una bombilla por cada bombilla que se apaga."

"El médico dice que todo lo que está escondido está esperando, precisamente, ser encontrado."

"Por más que pueda recordar con absoluta facilidad muchas de las noches de los días y muchos de los días de las noches antiguas, no consigo guardar las noches de los días ni los días de las noches recientes."

"He olvidado el día de ayer, completamente, como olvidaré el de hoy y después el de mañana."

"No estoy dispuesto a cargar con los años que no recuerdo."

"A pesar de mi resistencia, progreso, lo cual es una traición de los sentidos. Igual que en el colegio, donde por mucho que te empeñes en evitarlo, el final, aprendes."

"Tu miedo comienza cuando despegan los aviones y el mío cuando los aviones aterrizan."

"Me imagino dejando que pasen las horas sentado en la misma cama. Mirando la televisión sin mover un dedo, sólo por curiosidad de saber qué hace el tiempo con uno cuando uno no hace nada con el tiempo."

"Ella es un ejército y yo soy un hombre desarmado."

"El ruido de mi miedo es como siempre demasiado grande y por eso no la escucho."

"¿No es, en medio del amor, el amor mismo lo que uno más teme?"

"Cuando uno está en Tokio, Tokio está por todas partes.."

"Todas las oraciones, las que uno conoce y las que no entiene, están hechas de la misma fe. No la fe en uno mismo, sino la fe en todo lo demás. La fe en el poder de lo ajeno."

"¿Qué demonios mantienen a España clavada en la fe del pasado? La falta de fe en el futuro seguramente."

"Me dan una pena tremenda las mujeres que tienen un solo marido, porque sólo tendrán un recuerdo."

"Las horas de niño son eternas. Las horas de hombre, en cambio, caen del cielo como la lluvia y no hay nada que pueda uno hacer para detenerlas. Las horas de viejo son aún más rápidas, te atraviesan a la velocidad de la luz. Se va un día en un pestañeo."




Trífero

"A la luz de la gloria todos los vicios son pequeños y, en cambio, a la sombra de la derrota las más corrientes debilidades se vuelven fallas imperdonables."

"Cada vez que alguien abandona un vicio el demonio gana un alma."

"El ruido es la consecuencia directa del esfuerzo de la gente por luchar contra la naturaleza de las cosas."

"La impertinencia no está del todo mal vista en según qué fiestas y es, en cualquier caso, un pecado perdonable. Seguramente porque la impertinencia, como el ping pong, es una actividad insignificante que jamás ha matado a nadie."

"La lealtad es un regalo envenenado que jamás he pedido y jamás he prometido devolver."

"La teoría del caos se desmoronaba ante la perfecta maquinaria de fatalidades que regía su vida, “nada es casual”, se decía. Por más que agite el puzzle, todas las piezas vuelven a encajar con demoledora exactitud en el mapa de mi fracaso."

"Lo que solemos elevar a la categoría de meditaciones no es más que el ruido de un motor encendido. Saúl había aprendido con el tiempo a no sublimar la torpe mecánica de su nada ilustre cabeza y, al contrario que muchos de nosotros, despreciaba sus propios pensamientos, y con frecuencia los ajenos, tanto como desprecia las lagrimas, las medias sonrisas y las gotas de lluvia."

"Los criados sólo respetan al amo. El temor una vez más marca la medida exacta del respeto. Muéstrales una simpatía excesiva, y enterrarán tus huesos en el patio. Mantén el cuchillo de la cortesía bien afilado y se doblarán como bisagras."

"Los muertos no debería escribir cartas, sobre todo teniendo en cuenta que no hay manera humana de responderlas."

"No hay obligación más inquebrantable que la de un hombre para con su martini."

"No se juzga a un hombre por sus actos, sino por su condición."

"Se perdonan los sombreros más extravagantes en las mujeres bellas, y en las feas resulta inaceptable un solo paso más allá de las más aburrida discreción."

"Se pierde la fe, pero nunca el peso de la culpa."

"Una negación necesita de un muro, una afirmación apenas precisa un momento de debilidad."

"Vivir es suficiente, había sido su lema en los días apresurados de su juventud, pero ahora, de pronto, por culpa de la edad, que otra cosa podría ser, sentía a menudo la necesidad de poner su pasado en orden."

"¿Acaso no debe uno llevar hasta el final las riendas de su propia existencia?"



Lo peor de todo

"No hay que pegar fuerte, sino donde más duele."

"En algunas películas se muere la gente y en otras no. A mí me gustan las que tiene muertos y gente odiándose a conciencia los unos a los otros."

"Las cosas en general van siendo peores según creces, por eso resulta especialmente cruel que te amarguen la vida de pequeño, cuando aún tienes posibilidades."

"Odio los detalles, me aburren. Podría decir que me duelen, pero lo cierto es que me aburren."

"Si vives en Puerto Rico tienes que andar con cuidado porque de pronto llega un ciclón y te barre del mapa. Como suena, te barre del mapa y nadie, ni tu mejor amigo, vuelve a saber nada de ti."

"Un tiburón puede comerte una pierna o puede comerte entero, eso depende del hambre que tenga."

"Cuando eres niño no quieres ser buena persona por nada del mundo, quieres tumbar a los pesados, ser expulsado de dos de cada tres clases y hacerte pajas hasta que te den calambres en las manos. Cuando eres niño quieres quemarte en el infierno y ver cómo todo el jodido colegio te admira por ello."

"Si te pones a pensar en los sitios donde has estado y la gente con la que has andado, y todas las tonterías que no debías de haber dicho, te mueres."

"Imagino que pensaron que era lo mejor para mí. Lo que a los demás les parece lo mejor para ti, al final no lo es. Ni lo mejor, ni lo segundo mejor siquiera."

"A T le gusta mucho el nombre y a mí me gusta mucho T, así que estamos todos contentos."

"Uno no puede pasarse la vida preocupándose por no contrariar a su madre."

"Se puede ser un cielo en la vida y un pedazo de mierda en el campo, también se puede ser gloria bendita en el campo y un pedazo de mierda en la vida, pero esto último es mucho más perdonable."

"De todas formas, creo que lo que uno se inventa es más real que lo que a uno le pasa. al fin y al cabo, lo que a uno le pasa no deja de ser un accidente."

"Como no pensaba querer mucho más a mi loro, se me ocurrió soltarlo para que fuese en busca de algo mejor, pero lo único que encontró fue el perro del vecino. Uno puede querer mucho a su loro pero luego va un perro y se lo come. Por otro lado, uno puede no querer nada a su loro, pero luego va un perro y se lo come. Así que da igual cuánto quiera uno a su loro, porque eso no va a servirle de gran ayuda si anda un perro cerca."

"Ser pequeño significa ser MÁS pequeño que la mayoría de las cosas y eso no te anima mucho. Ser pequeño es siempre ser menos y eso no hay dios que lo cambie."

"En casa de Pablo Mendoza no tenían dinero para comprarse un televisor, pero tenían tanto tesón que probablemente terminarían por conseguirlo. Tal y como yo lo ví no creo que llegasen a construir un televisor, pero una radio o una lavadora seguro que terminaba por salir."

"A veces las cosas son tan raras que hacen gracia, aunque se mate la gente."

"A veces la gente es feísima y aún así te manda y te grita como si nada."

"Las cosas que parecían más graves, eran precisamente las que menos importancia tenían."

"La gente buena no se conforma con lo buena que es y tiene que estar mirando lo malos que son los demás."

"La mayoría de las veces las cosas no salen como uno espera, salen mucho peor."

"Los niños no tiene nada de mágico la mayoría de las veces, son la misma mierda en dimensiones reducidas."

"Personalmente creo que uno no debe comer nada que no pueda pronunciar con facilidad."

"Cuando todo va bien cualquiera puede ser una persona hermosa llena de buenos sentimientos y esperanzas y deseos para el mejor de los futuros. Despues cuando a tu novia se la está atorando algún memo ya no resulta tan fácil."

"Cualquiera que piense que tiene algo que enseñar es por lo menos sospechoso."

"A veces la porquería se te amontona alrededor y se te quiere meter por las orejas."

"Lo que a los demás les parece mejor para ti, al final no lo es. Ni lo mejor, ni lo segundo mejor siquiera."




Ya sólo habla de amor

"Tu problema, querido, es que te imaginas que las mujeres son lo que te imaginas que son y no ves lo que son. - ¿Y qué son ? - Tractores, mi vida, tractores, mira los surcos que dejan. Mientras tú lloras ellas ya le están haciendo llorar a otro."

"Al borde de la locura hay muchas cosas, un mundo entero que se extiende hasta el infinito."

"Esperar a ser querido por una mujer que no te quiere es uno de los placeres más grandes que este mundo puede regalarnos."

"La ficción puede muy bien instalarse en el alma de un hombre hasta destruirla."

"Un hombre que celebra solo su cumpleaños se regala lo que quiere."






Ray Loriga. Incluido en Días extraños

Un texto de Ray Loriga sobre Bukowski

HACE ALGUNOS AÑOS, dos creo, alguien me ofreció la oportunidad de entrevistar a Charles Bukowski en su casa de Los Ángeles. No pude. Me asustó la idea de ponerme delante de un hombre a quien quería realmente sin que él tuviera ni la menor idea. Había algo ilegítimo en ello. Y sobre todo, me dio miedo que pudiera darse cuenta de todo lo que le había robado. Supongo que él sentía algo parecido cuando pasaba de puntillas por debajo de la pensión en la que había vivido John Fante. Todos los escritores reconocemos miles de influencias, pero siempre le tememos al verdadero padre. Ahora que ya casi no me queda nadie, muerto Bukowski y muerto Carver, tengo la obligación moral de abrir mi maleta y empezar a sacar de ella todos los trajes que no son míos. No para devolverlos, sino para enseñarlos con orgullo antes de robarlos para siempre.

La muerte es algo tan idiota que no merece mayor comentario. La ausencia es un sentimiento egoísta que presupone posesión y la sola idea de poseer a los tuyos es tan ridícula como necesaria. Morirse es la última tontería, la más grande, algo tan estúpido como que las cosas tengan que ser redondas para rodar. La muerte es innecesaria como todo lo inevitable. Ahora sé que la muerte de Bukowski no me hacía ninguna falta. Teniendo en cuenta que era uno de los escritores peor leídos de todos los tiempos no estaría de más hacerse una pregunta: ¿de qué coño escribía Bukowski?

La respuesta es sencilla y es siempre la misma cuando se trata de grandes escritores.

Bukowski sólo escribía acerca de lo que verdaderamente importa.

El amor o la falta de amor y el miedo a casi todo. El miedo a quedarte mirando las palmas de las manos cuando ya no queda nada.

El miedo a los destinos que conocerán los trenes cuando uno ya no esté dentro.






Héroes (fragmento). Ray Loriga

Cuando tenía catorce años todavía rezaba y le pedía a Dios una chica bonita. Jugábamos al fútbol todos los fines de semana y no siempre ganábamos. En realidad nunca ganábamos. Bebíamos cerveza y le pedíamos a Dios una chica bonita. Teníamos corbatas pero no las usábamos, sabíamos muchas oraciones pero no las rezábamos. Sólo nos acordábamos de Dios para pedirle una chica bonita. A los dieciocho entré a trabajar en una tienda. Nada más verle la cara al encargado perdí la fe. Era el chico de los recados y aunque era un trabajo mal pagado, Dios sabe que nunca me quejé y que todo lo que quería era una chica bonita. Un día pedí permiso para ir al funeral de mi abuelo y me lo negaron. Un día pedí permiso para ir a vomitar y me lo negaron. Trabajaba cuando estaba enfermo porque decían que había muchos esperando mi puesto. No era divertido pero yo no pedía nada. No pedía nada más que una chica bonita. No me gustan los concursos pero he llamado a uno que se llama “Llame y pida”. Sé que parece un juego de palabras pero no importa. He llamado y sólo he pedido un poco más de lo que pedía antes. Lo único que he conseguido es una batería de cocina mandada a la dirección equivocada. No acabo de entender por qué es todo tan difícil. Nunca he pedido nada. Nada que no sea una chica bonita.

Ray Loriga, Héroes



Ya sólo habla de amor, de Ray Loriga
Por Roberto Valencia 

Ray Loriga (Madrid, 1967) no es un escritor hiperrealista al estilo de Coetzee o de Houellebecq, que conciben la escritura como un quirófano donde a la realidad se la abre en canal sin recurrir a la anestesia. Loriga ha sido en todos estos años más un estilista que un cirujano. Más un trenzador de imágenes que un sociólogo con tino para las metáforas. Determinadas novelas suyas –Tokio ya no nos quiere, su mejor obra– funcionan como acertadas exploraciones de un tipo de frivolidad moderna porque están pobladas de esa estética urbana que conforma nuestra mitología contemporánea, a medio camino entre el pop y la angustia consumista. En sus ficciones, el imaginario neoyorkino, las drogas o el rock han predominado siempre sobre esa descripción al desnudo de la condición humana que todo gran escritor termina ensayando tarde o temprano. En este campo, Loriga se ha movido siempre como pez en el agua, muñendo artefactos solventes, hermosos, pertinentes, novedosos por estos lares y sumamente logrados en su musicalidad. Sin embargo, en algunas ocasiones a los que le profesamos estima literaria nos han quedado ganas de exigirle más. De demandarle que, de acuerdo, siguiera sirviéndose de este imaginario que a veces condiciona el tono de su escritura hasta extremos cuestionables, que lo siguiera rentabilizando, pero que, cercana ya su madurez, lo hiciera explosionar con un buen descenso a los infiernos de este planeta posmoderno.

De hecho, parecía que la cita de Pavese que abre Ya sólo habla de amor –“El sentimentalismo no se corrige volviéndose cínico sino volviéndose serio”– prometía algo en esta dirección. Daba la impresión de que Loriga se había propuesto un salto cualitativo con el que cuestionar sus escenarios cinematográficos –esos que a los lectores de este lado del Atlántico les suscita más ensoñación que dramatismo–, y nos iba a servir un auténtico desgarrón emocional. Algo con unos gramos de carne cruda y la dosis necesaria de gravedad. Pero no. Ya sólo habla de amor se deshace de parte de su mitomanía a cambio de olvidar ciertos principios no escritos del oficio de componer ficciones. ¿Qué es lo que ha hecho el escritor madrileño? Pues poner en funcionamiento a un personaje apocado y anodino, ni frívolo ni atormentado por una pasión que verdaderamente merezca la pena compartir. Ha creado un figurante cuyo regodeo en la autocompasión, por más páginas que emplee en hacernos creer digno de lástima, suscita indiferencia. Además, Loriga –y aquí radica su principal olvido– ha compuesto tal personaje de una manera torpe: empleando muchas páginas de prosa explícita diciéndonos qué sentimientos ahogan su yo más íntimo en vez de hacer lo que se suele en estos casos: inventar movimientos o contextos que los representen. Se trata probablemente de un error de concepción. Y salvo que nos hallemos ante una vía experimental aquí abierta, su principal consecuencia es que la novela hace aguas desde el principio.

Dos son las manifestaciones de esta torpeza: la ausencia de una acción solvente y un lenguaje que parece gastado y trivial. Despojado de su clásico deje norteamericano a lo Carver, parece que Ray Loriga no ha hallado algo valioso con que sustituirlo, dejándonos a cambio restos de tiempos pasados –esa recurrencia en emplear la lluvia como metáfora de la melancolía, por ejemplo– así como un tono plano, redundante, incapaz de aludir significaciones profundas. Por este cauce desfilan varios lugares comunes del lenguaje –las reiteradas alusiones a la guerra cuando se habla de amor–, se evidencia la desgana con que la prosa trata en ocasiones de corregir sus propias contradicciones y hasta aparece un ritmo de castellano clásico –¿renacentista?– que tan raro le sienta a la acción. Respecto a ésta, digamos que resulta insuficiente. Se centra en la parálisis del protagonista en mitad de una fiesta, donde una bella mujer le espera para bailar. Aislado del contexto literario, este argumento no parece bastar para sostener toda una novela de pérdidas y deudas, de replanteamientos vitales y de derrotas. Pero es que, además, a su desarrollo le falta fuerza para dibujar la angustia que debiera serle traspasada al lector.

Los escritores desaprenden. Ocurre porque la necesidad de reinventarse nunca configura un camino señalizado, o porque el talento, sencillamente, se agota. Aunque no parece que el depósito de Loriga se haya vaciado, se entiende mal que un autor con su oficio haya concebido una novela de tan escasa eficacia narrativa. Tal y como ha sido planificado, este texto responde a una estrategia poco acertada si lo que se buscaba era servir de revulsivo a una prosa, la suya, a la que acababa de llegarle la hora de la reinvención. Quizás no sea una buena idea preguntarse por qué ha desaprendido Ray Loriga. A pesar de los equívocos que su figura suscita, estamos ante un escritor de talento. Sutil, poseedor de buen oído para el lenguaje y con un universo valioso. Deseamos que este desliz conforme un paréntesis necesario en su crecimiento. Ahora que Alfaguara se ha lanzado a reeditar la casi totalidad de su obra –con ediciones de Tokio y Lo peor de todo–, quizás el accidente tenga menos importancia de lo que parece, y pronto reanude la tarea de seguir creando una obra coherente y a la altura de sus capacidades. ~





Diez canciones de amor y siete caminos distintos de vuelta a casa

Cuando tenía catorce años, todavía rezaba y le pedía a Dios una chica bonita. Jugábamos al fútbol todos los fines de semana y no siempre ganábamos. En realidad, nunca ganábamos. Bebíamos cerveza y le pedíamos a Dios una chica bonita. Teníamos corbatas pero no las usábamos, sabíamos muchas oraciones pero no las rezábamos. Sólo nos acordábamos de Dios para pedirle una chica bonita. A los dieciocho entré a trabajar en una tienda; nada más verle la cara al encargado, perdía la fe. Era el chico de los recados, y aunque rea un mal trabajo, mal pagado, Dios sabe que nunca me quejé y que todo lo que quería era una chica bonita. Un día pedí permiso para ir al funeral de mi abuelo y me lo negaron. Un día pedí permiso para ir a vomitar y me lo negaron. Trabajaba cuando estaba enfermo, porque decían que había muchos esperando mi puesto. No era divertido, pero yo no pedía nada. No pedía nada más que una chica bonita. Ahora que te has ido, paso el día viendo la televisión. No me gustan los concursos, pero he llamado a uno que se titula Llame y pida. Sé que parece un jodido juego de palabras, pero no importa. He llamado y sólo he pedido un poco más de lo que tenía antes. Lo único que he conseguido es una batería de cocina mandada a la dirección equivocada. No acabo de entender por qué es todo tan difícil. Nunca he pedido nada. Nada que no sea una chica bonita.

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He visto a un tío disparar dentro de un supermercado con una recortada. No era una gran película, pero los disparos hacían buenos agujeros y las caídas eran buenas también. Había una chica. Una pelirroja que trabajaba de camarera. Casi todo el tiempo estaba el tío de la recortada disparando sobre todo lo que se movía y sobre lo que no se movía: botes de tomate frito y cajas de spaguettis. Pero a ratos aparecía la chica, y bueno, ella sabía que aquello no estaba bien, pero aún y así le quería. Él era un tipo duro, con la cara picada, y ella era una de esas camareras de película. Cuando no estaba disparando, el tío iba a recogerla al bar. La subía en su coche y la llevaba a la playa. Ella sabía que no era un santo, pero también sabía que él nunca iba a apuntarla con la recortada. Así que lo pasaba bien. Se tumbaban en la arena. Entraban y salían del agua. Se daban besos y follaban. Ella era todo lo feliz que puede ser una preciosa camarera. Cuando al tío le pillaron, ella estuvo siempre a su lado. Había disparado a niños y a mujeres. El jurado no podía ni mirarle a la cara. Dijeron que era un animal salvaje, pero ella siguió queriéndole. Sabía que lo de la recortada no iba con ella. Siguió queriéndole después de que le frieran en la silla. No era una gran película, ¿sabes?, pero era un gran amor.


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Tal vez he confiado demasiado en la buena suerte, pero veía todos esos concursos de la televisión y parecía fácil ganar todo el dinero necesario. Soñaba con ganar suficiente para arreglar mi moto y para comprarte un anillo de diamantes. Viendo lo que hay, supongo que no he tenido mucha suerte. La gente piensa que soy un vago, pero tú sabes que no es cierto. Estoy trabajando duro en mi sistema. Es un sistema para acertar quinielas. Tengo todos los datos y sé qué jugadores están en forma y cuáles no. Sé cuántos goles de media está metiendo cada equipo por jornada, y hasta sé cuál es el portero que recibe más tiros en los palos. Lo tengo todo controlado, pero no estoy teniendo mucha suerte. Tú decías que si de verdad te quisiera, trabajaría para darte algo, una casa, o al menos un coche, o al menos dinero suficiente para pagar la luz y el agua. Decías también que un hombre de verdad no aguantaría que su mujer lo pagase todo. Puede que tuvieses razón todo el tiempo, pero también puede ser que no. A lo mejor yo soy un hombre de verdad, sin toda la suerte que se merece.

*



Hay un millón de mujeres en la televisión, pero ninguna es la mía. Antes, no sabía nada de esto. Pensaba, simplemente, que entre dos piernas siempre hay una fiesta parecida, pero ahora ya no pienso eso. Lo juro. Tenía algo que marchaba. Ahora, ni siquiera puedo ser tan estúpido como antes. Tenía algo que andaba en dos direcciones y todo el combustible necesario. No siempre era bueno, claro. Había días en los que hubiera querido hacerte daño y días en los que de verdad te lo hice. Pero tú también pegabas, así que las cosas no estaban muy desequilibradas.

Sólo quiero que sepas que ahora daría una mano por no haberte pegado. Pero ya sabes cómo son las cosas. Este mundo empuja por todos los lados, y a veces no queda mucho sitio. En cualquier caso, teníamos algo que andaba en dos direcciones, ya hora me paso el día viendo la televisión, y nada funciona, y hay un millón de mujeres, y muchas están muy buenas, pero ninguna es la mía. Un jodido millón de mujeres, pero ninguna es la mía.


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Antes de conocerte, conducía dormido. Conducía borracho por la autopista y me despertaba con las chispas que saltaban al rozar la estribera contra la mediana. Nadie puede decir que no he cambiado. Sé que algunas veces lanzaba la moto contra los semáforos en rojo, pero sólo al principio, cuando pensaba que el amor era cuestión de vida o muerte. Sé que no te gustaba cuando me caía, pero también pasamos buenos ratos, y aunque es cierto que pagaste muchas averías y hasta algunos plazos, nadie dirá que esta no es mi moto. Sé que, hagas lo que hagas, no vas a olvidar los buenos ratos, corriendo por la carretera de la costa, saludando a los camioneros en la autopista. Las cosas no van demasiado bien ahora, y puede que el banco aparezca uno de estos días para llevarse la moto. Los bancos eligen con cuidado el momento para pegar, y siempre pegan bajo, y en el fondo sólo son un montón de hombres y mujeres metidos en un edificio pensando: «Es él o yo». Si vuelves deprisa, aún podremos dar algunos paseos antes de que empiece a llover o vengan los del banco. En cualquier caso, voy a intentar que no me cojan. Si lo hacen, acuérdate, nadie podrá negar que era mi moto.


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La otra tarde pusieron un documental de animales. Ya sabes que no e gustan esas cosas, pero estaba solo y no andaba sobrado de energía. Así que me senté con unas cervezas y lo estuve viendo. Era bueno. Había una serpiente que se zampaba un ratón. Primero le pegaba un buen mordisco y el ratón luchaba por salvarse, pero no había nada que hacer. Siglos de evolución soplaban en su contra. Después, la serpiente abría su gran boca y se lo tragaba entero. No puede decirse que la serpiente fuera mala. Supongo que éste es un mundo cruel. Había otra serpiente que agitaba la cola para que las ranas la confundieran con una lombriz. Ya sabes que las ranas no son muy listas. La rana tenía medio cuerpo metido en la boca de la serpiente, y aún agitaba las patas. Puede que parezca duro, pero a las moscas no les daba ninguna pena. Tú siempre le has tenido mucho miedo a las serpientes, pero no puede decirse que sean malas, ¿sabes?, es sólo que éste es un mundo cruel. Salían también unos niños y jugaban con las serpientes, y las serpientes no les hacían nada. Las serpientes y los niños eran buenos amigos. Sé que tú odias las serpientes, y puedo decirte que a mí no me caían muy simpáticas, pero qué quieres, la otra tarde las serpientes estaban allí y tú no. No sería justo decir que eres mala, supongo que éste es un mundo cruel.




Me he comprado un mapa de carretera. Lo he estudiado cuidadosamente, y sé que hay al menos siete caminos distintos por los que podrías volver a casa. Si me llamas, puedo decirte cuáles son los más seguros. Ya sabes que la mitad de las carreteras están en obras, así que hay que andarse con cuidado. Cuando te fuiste, estabas sola, pero puedes contar conmigo para el viaje de vuelta. Ten cuidado con las ruedas, porque las llantas han perdido el dibujo y en esta época del año llueve mucho. No conduzcas de noche, porque la música de la radio puede dejarte dormida, y sobre todo vigila la temperatura del agua, porque tu coche se calienta demasiado. Ahora me arrepiento de haberte aconsejado un coche usado, pero nos iban tan mal las cosas que me parecía lo menos arriesgado. Me gustaría que tuvieras un coche nuevo y que viajases siempre por carreteras bien iluminadas y que no lloviese todos los jodidos días, porque hay al menos siete caminos distintos por los que podrías volver a casa, y me gustaría que pudieses encontrar alguno.


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Puede que el amor verdadero se haya roto, pero podemos tratar de conseguirlo con los trozos que quedan. Mi padre me dijo: «Hijo mío, no te fíes de las mujeres». Pero mi padre no era uno de esos tipos con pinta de dar buenos consejos. Cuando éramos pequeños, subíamos todos en el coche. Mi padre, mi madre, mis dos hermanos y yo. Mi padre y mi madre iban delante y no paraban de discutir durante todo el viaje. Discutían de cualquier cosa. Mi padre decía que los caracoles eran carne, y mi madre decía que eran pescado. Discutían, aunque el mar se viese ya por las ventanillas del coche.

Puede que no lo haya hecho muy bien, pero tienes que comprender que todas esas discusiones me deben haber afectado de una manera u otra. Esta mañana han dicho en la televisión que saldrá el sol durante todo el fin de semana. Ya sabes cómo son estos días soleados de invierno, con el aire tan limpio y las carreteras casi vacías. Podría sacar la moto y podríamos bajar hasta la costa. Puedo recogerte donde quieras. Puede que no lo haya hecho muy bien hasta ahora, pero ya sabes que cuesta abajo ando más deprisa. Podríamos sacar la moto y bajar hasta el mar, o podríamos hacer cualquier otra cosa que tú quieras.


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He pasado la tarde viendo una película sobre unos tíos que volvían al pasado dentro de algo muy parecido a una lavadora. Después ha salido un tío que se ponía un arado en la nariz. Algo increíble, sujetaba el arado en la punta de su nariz como si fuera un lápiz. Cuando veo a esos tíos haciendo esas cosas tan increíbles, no entiendo cómo no he conseguido que te quedaras en casa. Aunque, quién sabe, a lo mejor todo vuelve. A lo mejor las cosas corren en todas las direcciones antes de lograr mantener el equilibrio sobre la punta de la nariz. Ahora bebo demasiado y no rechazo una buena pelea a puñetazos. Hasta he vuelto a jugar al fútbol, aunque sin mucho éxito. No he podido encontrar mi antiguo regate, y cuando me ha tocado de portero he hecho el ridículo. Era un balón fácil a las manos, que venía de mi defensa, pero se me ha escurrido entre los dedos. Le ha hecho mucha gracia a todo el mundo. Lo cierto es que no me están saliendo muy bien las cosas, pero, quién sabe, a lo mejor todo vuelve. Echo de menos tus canciones, y la pandereta que te has dejado me parece a veces una luna. Me levanto por la tarde y bebo tantas cervezas que no me da tiempo ni a enfriarlas. No puedo creer que no vayas a volver nunca. Prefiero pensar que todo vuelve. Aunque sea como apostar más de lo que tengo a un caballo cojo.


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Los chicos del viernes hablan de mujeres en voz alta, pero no tienes que creer todo lo que dicen. Todas las chicas tienen el corazón roto. Las carreteras están atascadas durante el fin de semana. Todo el mundo quiere estar lejos de donde ha nacido. Al menos el viernes por la noche. Los bares ya no dan dos por una, y en esta ciudad tienes que ganar mucho para poder beber en el centro. Los camareros han enterrado su sonrisa, porque es viernes por la noche y la gente coge todo lo que brilla. Con o sin permiso. Las niñas bonitas siempre son las que están más tristes, porque saben que hay más tíos dispuestos a hacerles daño. Las niñas feas se dejan ir y bailan toda la noche solas, o unas con otras, y no tienen suerte ni atrayendo las desgracias. Los tíos con coche juegan con los dardos trucados, y los que tienen dinero nos están viendo a todos las cartas. Las madres no duermen en toda la noche, porque saben que duele, pero también saben que no hay nada mejor y no acaban de decidir qué es lo más peligroso. No hay nadie que no dispare el viernes por la noche, ni hay quien esquive los disparos. Sé que las cosas no nos iban demasiado bien y sé que no era el hombre perfecto toda la semana, pero tendrás que reconocer que no había muchos como yo para un viernes por la noche. Sé que no puedo esperar que estés siempre sola, pero te pido que no te lo creas todo. No te fíes de los anillos de oro ni de las carrozas de plata. Recuerda lo bien que mentía yo los viernes por la noche.




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